En este mundo lleno de cuerdos, en el que la especulación y la codicia, resultan el elixir más buscado, muchas veces hace falta una dosis de locura que nos permita ver las cosas desde una perspectiva diferente, y precisamente el fútbol no es una isla en ese sentido, sino todo lo contrario.
En septiembre de 2004, el propio Marcelo Bielsa le ponía fin a su ciclo como entrenador de la selección Argentina de fútbol, pero también con ese final, terminaba una época en la que nuestro combinado albiceleste desplegó una superioridad inexpugnable en cualquier campo del mundo, como así también fue ( y fuimos ) dotados de una identidad a prueba de exitismo, y a fuerza de trabajo.
Esto se nota, y la abstinencia de ese protagonismo se vuelve cada vez mas fuerte , si repasamos el nivel que ha tenido nuestro equipo nacional. Con excepción de algunos partidos bajo el ciclo del respetado Jose Pekerman, Argentina nunca logro acercarse hacia aquel ideal de juego ofensivo, de múltiples opciones y con una premisa siempre clara: reducir el margen de error con trabajo, y creer fielmente en una idea.
Hoy en día, las palabras "identidad" y "trabajo" empiezan a carecer de valor, cuando se busca el resultado sin detenerse a mirar los medios a los que recurrimos para conseguir el triunfo, y las consecuencias, la mayoría de la veces negativas, que estos nos pueden ocasionar.
De esta manera, cuando las mieles del triunfo desaparecen de los paladares fundamentalistas del éxito, no puede ocultarse el sabor amargo que deja, el no tener perspectivas hacia el futuro.
¿Como podemos imaginar algo mejor de lo que estamos viendo cada vez que juega la selección Argentina, si nos conformamos con ganar de local y no perder de visitante?
¿Como podemos asumir el rol de protagonista que nos marca nuestra historia, y que respaldan nuestros jugadores dotados de gran técnica, si cambiamos nuestro plan de juego, dependiendo del rival que tengamos enfrente?
Desde hace mucho tiempo, desde aquel lejano y a la vez muy cercano también septiembre del 2004, estas preguntas resuenan en los tipos que como yo, admiramos a Bielsa, precisamente porque nos convenció de lo que realmente somos capaces de lograr, cuando estamos convencidos y trabajamos incansablemente, aún en las derrotas mas duras.
En este mundo de cuerdos exacervados por la locura resultadista y el "ganar a cualquier precio" ya llevamos ocho años extrañando tu locura...
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