miércoles, 12 de junio de 2013

Recordando el 2002: "Bielsa no renuncia a ser Bielsa". Por Cristobal Rojas.





Soy chileno. Eso es lo primero que quiero aclarar. Sigo de cerca la carrera de Marcelo y me animo a escribir porque considero que Bielsa es un ciudadano del mundo. Nacido en Argentina y amante de su patria, pero en el mundo escasean las personas con las características del ex entrenador del Bilbao. Un mundo donde la “incómoda costumbre de decir la verdad” sigue hiriendo a muchos, porque “la verdad, dicha de manera contundente, puede ofender”.
Quería escribir sobre la participación argentina en el mundial del 2002, que es el tema que moviliza el sitio por estos días, pero a medida que los dedos se mueven por el teclado, me llevan, inevitablemente a tipear las palabras “honestidad” y “decencia”.


Sobre el fracaso en el mundial del 2002, está casi todo dicho. Una clasificatoria algo irregular como visitante, pero perfecta como local. Un sistema conocido: Sorín y Zanetti corriendo los 100 metros planos durante 90 minutos. Simeone convertido en el rey de la selva de la mitad de la cancha; Verón administrando el tiempo con un cronómetro los tiempos de los wines y Batistuta, acompañados por los externos. Estaba todo inventado, menos el zapatazo de Svensonn. El resto es historia. Verón llamando a la calma contra los ingleses, la demora en el córner, el “efecto mosca” contra los africanos y la convicción de la tarea ante los suecos. Todo es historia.
¿Dónde está la gracia de Marcelo Bielsa? En lo mismo que sus detractores proponen como un insulto. Esa cancioncilla mediocre que se llama “No ha ganado nada” y que la interpretan los que piensan que levantar copas es “ser bueno”.
Marcelo tiene una deuda con los títulos, y lo sabe. “El fracaso no es el momento para los cambios” la bandera de lucha que convierte al Genio en una persona genuina con quien importa; él mismo.


Lo primero que se hizo fue la renovación de su contrato. La AFA respaldó un fracaso y, eso, ya le da un tinte distinto, que lo aleja de la tediosa relación éxito-fracaso, que al final no hace más que minimizar la discusión. Eso ya está inventado y, para la mayoría de nosotros, resuelto.
Si la eliminación de Argentina en el mundial fue “justa” o “injusta” no aporta nada. La justicia en el fútbol no existe, y eso lo digo de forma absoluta y para siempre. Si existiera, Bielsa sería campeón del mundo (lo avalan los números del mundial). Pero hay un título que ningún otro técnico en el mundo tiene. El de ganar poco y ser admirado por todos.
Hoy, la discusión de moda es Guardiola o Mourinho. Heyneckes o Klopp. Títulos, copas, medallas, portadas y finales.
Bielsa se aleja de esas identificaciones. No le gustan. No cree en los elogios, en la categorización de “mejor”. Hace lo que piensa. Actúa como lo entiende. Vive con dignidad e intensidad las derrotas e intenta no caer en el optimismo excesivo al ganar. Si pierde, analiza por qué perdió. Se quiere morir, pero conoce los motivos. Cuando gana, analiza por qué ganó. No se quiere morir, pero no tiene tiempo de disfrutar el por qué ganó. Hay videos esperando que él y sus ayudantes analicen hasta el hartazgo.


Las copas se olvidan, las eliminaciones también. Dolió más la eliminación del 2002 que perder la final del 90’ con un penal que no fue. ¿Por qué? Porque la revolución made in Bielsa llevó a los argentinos a la gloria futbolística. Sí, quedaron eliminados en la primera ronda de un grupo accesible, y podría haber sido peor. Peor si Bielsa hubiera renunciado a ser Bielsa. Si hubiera aceptado el papel secundario de la obra y se hubiese convertido en la selección de Basile o Maradona. Mustia, opaca. La explosión no pasó Interpol en el aeropuerto. Bielsa, hasta hoy, se ha convertido en un traficante de emociones, de sentimientos, de recuerdos y de afectos.
Bielsa no puede renunciar a ser Bielsa. Sus ideas nuevas triunfan y esa es otra cosa que les digo de forma absoluta y para siempre. Cada vez que alguien escucha una conferencia y extrapola sus conceptos futbolísticos a su vida personal; si un niño se siente atraído por el ataque frenético; si un aficionado sudamericano promedio conoció a Javi Martínez, Andoni Iraola, Ibai Gómez o Jonás Ramalho, es por Bielsa, Es porque somos seguidores de un estilo, de una idea, de un concepto. De saber que la vida no tiene matices. Que se es protagonista, que se puede; que es mejor llegar que estar, que el fracaso fortalece y el éxito, rara vez, tiene un final feliz.
Para suerte mía, me siento compatriota de Bielsa. Compatriota en la forma de ver la vida, de protagonizar y amar la tarea; de la importancia del cómo y no de qué. Esto es filosofía, es arte y movimiento. Es pasión que traspasa la cordillera, el Atlántico y cualquier frontera.


Bielsa no puede renunciar a ser Bielsa y nosotros tampoco queremos renunciar a ser Bielsa.
El fracaso es para los fracasados. Bielsa nos acerca, sin quererlo, a buscar ser él.   A lo loco se vive mejor.

Don Marcelo Bielsa, el fútbol le agradece.

1 comentario:

  1. amigo, emociona con su relato y sus conceptos. Yo no soy bielsista, pero lo que no voy a dejar de decirles a los antibielsa es que el Loco sí sabe de vueltas olímpicas, fue de los pocos que la dio en la Bombonera y contra Boca. Y la dorada de Atenas que fue la primera,una medalla que ni Brasil la tiene. En Newell's sólo le fueron esquiva las penales en Sao Paulo. Un abrazo y dijo una gran verdad, Bielsa no es rosarino ni argentino, es mundial. Abrazo.

    Sejo
    (Tucumán/Argentina)

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